La Tola


Don Canuto Silva

Mí abuelito tenia las mejores plantaciones de flores en sus terrenos donde ahora es Fybeca, 6 de Diciembre y Colón (esquina). De allí llevaba a la primera floristería (19l0) que estaba ubicada en la calle Don Bosco y Ríos(esquina), La Floristería Silva.

Don Canuto era un ex-militar con el grado de capitán dentro del ejército, y un admirador de Eloy Alfaro. Por eso apoyó con sus caballos para escoltarlo hasta Chimbacalle, a la llegada del tren. La Unión Nacional de Ferrocarriles le ordenó confeccionar un arreglo floral para Don Eloy.

Don Canuto hizo un tren de flores de dos metros con todos los detalles: vagones, maquinaria, personas, etc. Un arreglo muy hermoso que dio de qué hablar en esa época. Dicen que hasta hoy no ha existido otro igual. Este arreglo fue confeccionado con muchas flores, un armazón de paja y con venas de los montes. Cada flor fue incrustada en el armazón hasta darle forma de acuerdo al molde de cartón que previamente fue trabajado. Además trabajó arreglos florales para el ejército, la marina, la aviación, iglesias, reinados, corsos, diplomáticos, hoteles, etc.

Los militares del ejército decían: ”Parece una pintura a cierta distancia, pero es de flores”, en especial respecto a los escudos de las embajadas. Fue ganador del corso de flores que hacían desde su domicilio en La Tola hasta llegar a la Plaza de Toros Belmonte. Los peones y padrinos llevaban las flores en sus hombros para los bailes de los disfrazados, sus nietos se disfrazaban de payasos y disfrutaban de muchas ocurrencias. Don Canuto entraba a la Plaza en una carroza de flores con sus nietos para dar inicio a la fiesta. Era un hombre muy alegre y entusiasta. Sus vecinos y sus trabajadores se divertían mucho ese día. Don Canuto era muy generoso con los niños del barrio. En navidad regalaba caramelos en la puerta de la iglesia de María Auxiliadora.

Así su habilidad fue heredada por sus tres hijas: María, Mercedes y Matilde. Tuvo once hijos, ocho varones y tres mujeres. María continúo el trabajo de su padre en la calle Manabí y Vargas (esquina), hasta hace cinco años.

Mercedes tuvo una floristería llamada La Orquídea, en la calle Mejía  y Venezuela. Además fue una gran pianista y compositora de música clásica y popular.
“Matilde es mi madre. Después de su muerte hasta hoy, tengo 25 años laborando en la calle Olmedo y Guayaquil frente a la pastelería Royal” dice Rosario.

Don Canuto era pequeño; tenía ojos verdes y vivaces; cejas pobladas y bien formadas; tez blanca. Generalmente usaba pantalón de casimir inglés y sacos de lana. No usaba sombrero… Su esposa fue Mercedes Echanique, una mujer muy elegante y bella. Siempre salía al centro con su carroza de un caballo que era dirigida por un empleado. Esta carroza se llamaba “virloche”.

Al morir su esposa, las wiñachiscas, que eran indígenas jóvenes con blusas blancas y bordadas muy elegantes, se encargaron de la crianza de sus tres niños, así como también de la atención de la comida, vestuario y compañía para llevarles a la escuela. Ellas no eran empleadas domésticas sino que remplazaron a la madre.
Había una wiñachisca que tenía el cargo de jefa, la misma que manejaba la casa (a la manera de ama de llaves), se llamaba Rosa Elena.

Don Canuto murió hace unos cincuenta años y está enterrado en la iglesia María Auxiliadora, en su barrio La Tola.

Relato de Rosario Oquendo Silva

Dibujos por: Gabriela Simbaña, Alejandra Bolaños, Tania Narvaez